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Sobre seis películas de Douglas Sirk

"Imitación a la vida" (1959)

Imitation of life (1959) es la última película de Douglas Sirk. Una gran película, una película genial sobre la vida y la muerte. Y sobre Norteamérica.

Primer gran momento: Juanita Moore dice a Lana Turner que Sarah Jane es su hija. Juanita Moore es negra y Sarah Jane es casi blanca. Al principio, Lana Turner duda, luego comprende, vuelve a dudar y finalmente afirma que lo más natural del mundo es que una mujer negra tenga un hijo blanco. Pero nada es natural. Nunca. En toda la película. Y, sin embargo, todos intentan desesperadamente que sus pensamientos y sus deseos sean lo que más les convenga. Sarah Jane no quiere ser blanca porque piense que el blanco es un color más bonito que el negro, sino porque sabe que la vida es mucho más agradable si se es blanco. Si Lana Turner quiere ser actriz no es porque le guste, sino porque en la vida se ocupa un puesto mejor si se tiene éxito. Y si Juanita Moore quiere unos funerales espectaculares no es por lo que pueda sentir una vez muerta, sino porque quiere revalorizarse retrospectivamente ante los ojos del mundo, los que le negaron mientras vivió. Ninguno de los protagonistas se da cuenta de que todo, pensamientos, deseos, sueños, proviene directamente de la realidad social o es manipulado por ella. No conozco ninguna otra película donde este hecho se exprese tan clara y desesperadamente...

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Hacia el final de la película Juanita Moore dice a Lana Turner que tiene muchos amigos. Lana queda confusa. ¿Juanita Moore tiene amigos? Las dos mujeres viven juntas bajo el mismo techo desde hace años y Lana no sabe nada de Juanita. No es sorprendente que se extrañe. Lana también se extraña cuando su hija le reprocha haberla dejado siempre sola. E incluso cuando Sarah Jane lanza algunos sarcasmos a la diosa blanca porque tiene problemas y quiere que la tomen en serio, Lana Turner se muestra sorprendida. Y también le sorprende la muerte de Juanita Moore. ¿Cómo ha podido acostarse y morirse así? No es justo encontrarse de pronto frente a la realidad.

Durante la segunda parte de la película, lo único que Lana puede hacer es sorprenderse. Resultado: en el futuro quiere interpretar papeles dramáticos. El sufrimiento, la muerte, las lágrimas: indudablemente se puede sacar algo de todo esto. Y en este mundo es cuando el problema de Lana se convierte en el del cineasta. Lana es una actriz, y tal vez incluso una buena actriz. Nosotros nunca lo sabemos a ciencia cierta. Primero tiene que ganarse la vida y la de su hija. ¿O quiere hacer carrera por el puro placer personal? No parece demasiado afectada por la muerte de su marido. Todo lo que sabe de él es que era un buen director. Creo que quiere hacer carrera por su propio gusto. El dinero ocupa un lugar secundario para ella, el éxito es lo que más cuenta.

En tercer lugar, está John Gavin. John ama a Lana; por amor a ella y por ayudarla, ha renunciado a sus ambiciones artísticas y comenzado a trabajar como fotógrafo en una agencia de publicidad. Lana no puede comprender que sacrifique su ambición al amor. También John es bastante tonto: le hace elegir a Lana entre el matrimonio y su carrera. A Lana esto le parece fantástico y dramático y escoge su carrera. Así suceden las cosas a lo largo de toda la película. Hacen proyectos para ser felices hasta que suena el teléfono para un nuevo papel y Lana revive. Esta mujer es un caso desesperado. John Gavin también. Tendría que haber comprendido antes que esto no podía funcionar. Pero a pesar de eso, une su vida a la de esta mujer. Las cosas que no pueden funcionar siempre son las que suscitan en nosotros un interés más duradero. Entonces, la hija de Lana Turner se enamora de John; es exactamente como debería ser Lana para satisfacer los deseos de John, pero no es Lana. Esto es comprensible. Sandra Dee es la única que no comprende. Tal vez porque las cosas no se comprenden cuando se está enamorado.

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Juanita Moore también ama a su hija y no la comprende muy bien. Un día llueve, cuando Sarah Jane todavía es una niña, y Juanita Moore le lleva unos chanclos al colegio. Sarah Jane había hecho creer que es blanca. Surge la verdad cuando su madre llega al colegio con los chanclos. Sarah Jane no lo olvidará jamás. El amor que Juanita Moore siente por su hija le impide comprender los hechos cuando poco antes de morir quiere ver a Sarah Jane por última vez. Para ella es un pecado que Sarah Jane quiera pasar por blanca. Lo más terrible de esta escena es que cuanto más cruel y malvada es Sarah Jane con su madre, más patética y lamentable es ésta. Realmente, lo brutal es que la madre quiera poseer a su hija porque la quiere. Y Sarah Jane se defiende contra el terrorismo maternal, contra el terrorismo del mundo. Lo cruel es que podemos comprenderlas. A menos que el mundo cambie. En este momento lloran todos los espectadores. Porque es difícil cambiar el mundo. Entonces todos los personajes se encuentran en el entierro de Juanita Moore y durante algunos minutos se comportan como si todo fuese bien. Y este como si es lo que les hace seguir en el mismo atolladero; les hace sospechar vagamente que buscan otra cosa, pero de nuevo se apresuran a olvidarlo.

Imitación a la vida comienza como una película sobre el personaje de Lana Turner y muy insensiblemente se convierte en una película sobre el personaje de Juanita Moore, la mujer negra. El cineasta abandona el problema que le concierne, el aspecto del argumento que concierne a su propio trabajo para investigar la imitación a la vida en el destino de Juanita Moore, en el que encuentra mucha más crueldad de la que puede encontrar en el caso de Lana Turner o en el suyo propio. Todavía más mala suerte, todavía menos esperanza.

He intentado escribir sobre seis películas de Douglas Sirk y he descubierto la dificultad de escribir sobre películas que hablan de la vida y que no son literatura. He dejado a un lado muchas cosas que habrían podido tratarse más ampliamente. No he hablado bastante de la iluminación: de lo precisa que es, de cómo ayuda a Sirk a transformar la historia que tiene que contar. Su único rival en este terreno es Joseph von Sternberg. Y tampoco he hablado bastante de los decorados interiores que construía Douglas Sirk. De su increíble exactitud. Y no he subrayado que Sirk es un director que obtiene el máximo de los actores. En las películas de Sirk, incluso zombies como Marianne Koch y Liselotte Pulver parecen auténticos seres humanos en los que podemos y queremos creer. Realmente he visto muy pocas películas de Sirk. Quisiera haberlas visto todas, sus treinta y nueve películas. Si lo hubiese hecho, quizá habría ahondado más en mí mismo, en mi vida, en mis amigos. He visto seis películas de Douglas Sirk, entre las que se encuentran las más bellas del mundo.

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